Ya hacía una semana que no me acercaba a dar unos lances. El mal tiempo, el padel y la escasa motivación me tenían apartado de la orilla. No obstante, ayer me picó la curiosidad por saber que podría ocurrir visitando por segunda vez el lugar donde mi amigo David y yo iniciamos nuestras incursiones por La Redonda durante su última visita. Aquel día sacamos una sierra, una bicúa y dispusimos de otras oportunidades en solo 20min, pues arribamos tarde al emplazamiento.
Este área reúne todos los factores necesarios para considerarlo como sitio improductivo. Zona de fácil acceso, resguardada de inclemencias meteorológicas, cercanía a espacios densamente poblados y muy transitado. Incluso tengo informes desfavorables de varios spinners que se mueven por esta demarcación y no se comen ni un rosco. Sin embargo yo me había propuesto en su día la vuelta y así lo hice.
Para iniciar la faena monto el popper de Storm Chug Bug, lo lanzo con cierta inclinación a la derecha y nada. Pruebo hacia la izquierda y observo una sospechosa perturbación del agua y junto al señuelo, le recupero un poco más y picada. El animal que empuja y yo que doy varillazo para consolidar la clavada. Mantengo una correcta tensión y todos mis sentidos en la pelea. El pez cabecea enérgicamente sin permitirme recuperarle un metro, pero tampoco se empeña en distanciarse de mi posición. Persiste en su intento de zafarse y JODER, lo consigue. Verifico el estado de los triples y es muy bueno. Repaso en mi mente lo ocurrido y creo no haber hecho algo mal. Con sensación agridulce continuo pescando y la tarde expiró sin que nada digno de reseñar mordiese mis engaños.
Supongo que fue pejerrey de buena talla, no obstante no descarto la posibilidad del palometón.
Así están las cosas, prosigue mi mala racha. Por fortuna tengo fresco mi último romance y las fantásticas sensaciones que este me dejó.
Amor imposible que espero vuelva.:)
Saludos.