No sé si se debió a la llegada del verano, que trajo consigo unas temperaturas muy altas, atípicas para el mes de Junio. O puede que fuera que no acerté con lugares y momentos, o tal vez fue que la dificultad para conseguir unos peces aumenta vertiginosamente en las maltrechas aguas del archipiélago. Lo que si sé es que mis últimas jornadas han sido muy duras y que he dispuesto de escasas oportunidades para lograr la anhelada recompensa, esa que todos esperamos en forma de vibrante lucha con algún digno rival cada vez que nos acercamos al veril.
Unos bolos planos, sin persecuciones ni picadas, aguantando eventualmente viento y marea. Una jornada ayer mismo en la que pierdo la ocasión clara de apresar un estupendo saltatrix y algún otro trancón, más otras dos en las que el fruto llegó en forma de pez suelto y con dosis de fortuna. Esto es lo acontecido a grosso modo en los días pasados.
La primera captura fue una sierra temprana, que sirvió de bálsamo puntual y que no tuvo problemas para sacar muchos metros de la línea que alberga mi Stradic Ci4 4000, con el que la llevé hasta el seco. Nada más se hizo notar aquella mañana.
Al día siguiente escogí un lugar donde la comodidad de las aguas tranquilas no trajo provecho alguno y decido entonces trasladarme a barlovento en busca de un mar más dinámico, que nos ayude a engañar una posible víctima. Pruebo y pateo una franja litoral extensa sin éxito. Continúo desplazándome alcanzando una zona más sugestiva, con cierta profundidad y donde avisto un pejerrey notable patrullando a mis pies. Con premura, me decido por un minnow y lo lanzo sobre su trayectoria sin resultado. Cansado de esta opción, me decanto por un jig catapultándolo fuerte hacia el horizonte para sondear bien el pesquero y en busca ya de otros peces. Tras unos cuantos intentos, noto una ligera tensión y observo como un pequeño pez, sarguito o herrerita, viene prendido del señuelo. Le acerco algo más a mi posición y súbitamente aparece un predador que con gran velocidad arremete contra el pececillo y le devora. Al ver el suceso, pensé que se habría tragado el artificial de igual modo que engulló a su víctima, por lo que creí que en breve cortaría el bajo y todo acabaría. Sin embargo, no finalizó aquí mi suerte y el hierro se aferró al animal sin que el monofilamento quedara entre sus dientes, lo cual me permitió tener una bonita pelea con equipo ligero y sacarle esta fotillo al pomatómido.
Ya decía que había sido un churro.
Saludos.
Ps. El trípode me vino genial maestro, gracias.