Y no ha sido poco el infortunio. Grapas que se abren, animales que se defienden junto al litoral y llegan a encajonar la línea de forma que es imposible sacarla, sueltas. En fin, sucesos malhadados que me han impedido hacerme con un buen rédito. La actividad es en general mala, sin embargo la insistencia ha dado algún resultado.
Como casi siempre, he estado sobre todo en solitario por las orillas. No obstante, hace unos días D. Antonio me brinda la oportunidad de rastrear un tramo costero que desconocía y no dudé en aceptar su espléndida propuesta. Este amigo es alguien de carácter jovial, afable y generoso. Pescador intuitivo, capaz de engañar a los peces más recelosos. Disfrutando de su compañía viví la mejor experiencia de pesca de mi vida y durante ese tiempo, fue cuando me percaté de lo fantástica persona que es.
Ya en el día de autos, llegamos pronto a la zona en la que iniciaríamos la jornada. La mar tiene fuerza y no permite pescar con comodidad. Aún así, rastreamos de manera persistente el lugar sin notar señal alguna de vida. Nos rodamos buscando un emplazamiento que contenga mejor el embate de las olas. Una vez encontrado, solo Antonio consigue "arrancarle" al sitio una cabrilla, una galana y otro trancón. Nos vamos también de este lugar ante la evidencia de que allí no parecía haber otros animales que persuadir. Desmotivado, le comento que por mi damos la mañana por concluida, pero él me anima y plantea un último intento en emplazamiento más accesible. Nos acercamos entonces y pronto tengo una buena acometida. Tras luchar unos instantes con el pescadito, pienso que puede tratarse de una sierra. Me planteo la pugna de manera pausada, sin prisas, que son tres bonitos consecutivos los que he venido perdiendo. Inquieto permanezco hasta que lo veo sujeto por el grip de Antonio, que atina a la primera en su propósito de apresarle.
Un par de imágenes.
Animado por la captura, prosigo y tengo otro ataque. Pienso en bocinegro, pero es esta chopa (mi primera con artificiales) la que sale perfectamente embocada.
El calor aprieta y abandonamos la actividad ya pasado el medio día.
El resto de jornadas se han visto decoradas por pequeños peces, exceptuando esta buena bicúa.
Los pargos han vuelto a salir a pares.
Y otros en solitario.
Cabrillas, cabrillas pintadas y minipejerreyes.
También un hermoso merito.
Saludos.
Ps. Muchas gracias Antonio.