Crónicas desde orilla y/o embarcadas.

martes, 4 de junio de 2013

Tres peces, dos batacazos y un infortunio.

El título, que me recuerda a aquellos usados por los autores de la divertida serie "La que se avecina", sintetiza al máximo lo acaecido en mis últimas cinco jornadas. Dos mañanas y tres ocasos de suerte dispar.

Les comento brevemente algo de cada una.

Día 1.-  El sol estaba cayendo y llevaba poco lanzando cuando llegó la única ocasión, una sierra importante. Estimo rondaría los 6kg.


Día 2.-  Tarde que transcurre entorno a una playa del este grancanario. Solo dos oportunidades que llegan pronto, una lubina y una baila estupenda.




Algo más de un kilo y alrededor de 2,5kg respectivamente.


Días 3 y 4.-  Bolos categóricos al orto. Nada extra que comentar.


Día 5.- Tarde del pasado viernes. No tardo demasiado en enganchar el primer pescadito, un pejerrey de unos 3kg. Una vez acercado a la orilla, presta su ayuda con jamo (salabre) un chico que se encontraba por las inmediaciones. En general, estos instrumentos son útiles para el fin que han sido diseñados. No obstante, a la hora de atrapar al pez hay que hacerlo con precisión, porque si no aparecen dificultades como que se líen los triples en la malla, consecuentemente cueste horrores meter el animal dentro y acabe por perderse, mecagoen...  Bueno, prosigo y pica un lagarto. Ya cerca a mi posición veo como otro hermoso saltatrix (unos 6kg) le sigue muy próximo, pero no quiso atacarle. Lanzo todo lo que tengo a mi alcance para tentarle, mas no consigo el propósito. Transcurrido el tiempo y con el día expirando obtengo un buen trancón. Afianzo la picada y el pez que corre con fuerza. Pensé que esta vez si pondría algo en seco, sin embargo poco después se suelta y me quedo con las ganas.

Tanto del éxito como del fracaso he sacado apuntes que me vendrán bien en el futuro. Los más marcados son:

- Cuidado con los salabres.

- Para qué coño madrugar. :)


Saludos.

sábado, 1 de junio de 2013

A ciegas.

Alberto es un colega reciente, al cual conozco no hace más de un año. Sin embargo, durante este tiempo  la comunicación ha sido fluida y constante. Prolongadas charlas dedicadas tanto a la pesca como a otros muchos temas, más grandes momentos que hemos vivido han ido moldeando y consolidando una realidad, la buena amistad que nos une actualmente. 

Resulta que no hace demasiado él sale a "echar un ratillo" en embarcación  pequeña de paseo, poco estable y que carece por completo de equipamiento para la práctica de la pesca. Si tenemos en cuenta que en Gran Canaria capturar cualquier pez es complicado aún disponiendo de abundantes spots y la tecnología idónea para escrutarlos, nos podemos imaginar lo que supone probar fortuna (nunca mejor dicho) cuando ni siquiera controlas una posición guiándote por tierra. Ante tales circunstancias, opta sabiamente por no alejarse mucho de puerto, que para llevarse una más que probable decepción mejor si es cerca, y tras poca navegación se encomienda a las corrientes.

Yo, que no le acompañé pues en esa fecha me encontraba de viaje, oigo el teléfono, contesto y le escucho decirme entusiasmado que no sabía ni cuantas trancadas había tenido, que en atmósfera había puesto una bicúa, un buen pargo y dos estupendos jureles y me comenta igualmente a tiempo real que le acaban de propinar otro fuerte tirón. Cuando empiezan a entrar en mi whatsapp las imágenes de los animales, quedé atónito ante este excelente resultado.





Su cara en esta última instantánea expresa perfectamente lo que supuso aquella mañana, ÉXTASIS TOTAL.

¡¡¡Grande Alberto!!!